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Cómo afrontar la jubilación y seguir disfrutando de una vida plena

Estilo de vida, Pensamiento positivo

afrontar la jubilacion

Aunque muchas veces pensamos que el momento en que por fin nos llegue la jubilación será el momento de mayor felicidad de nuestras vidas porque nos liberaremos de las obligaciones del trabajo, la verdad es que en la mayoría de los casos afrontar la jubilación no es fácil, especialmente pasada la euforia de los primeros días.

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Jubilarse no es lo mismo que retirarse de la vida

En estricto rigor la jubilación marca el punto final de la vida laboral, sin embargo, erróneamente muchos tendemos a pensar que eso es tanto como decir retirarse de la vida activa, en su más amplio sentido de la palabra.

Las leyes determinan en cada país (con más o menos diferencia), la edad a la que podemos jubilarnos, o dicho de otro modo, la cantidad de años que se espera que trabajemos y aportemos económicamente al funcionamiento del sistema. Llegada esa edad, que cada día se alarga más debido al aumento de la esperanza de vida, estamos “autorizados” a poner fin a nuestra vida laboral, es decir a jubilarnos.

Pero cuando hablamos de la jubilación, nos olvidamos de dos cosas importantes. Primero, que nuestra faceta trabajadora es sólo uno de los múltiples aspectos de nuestra personalidad. Segundo, que no estamos obligados a retirarnos de la vida laboral activa, aunque quizá debamos darle un giro.

En resumen, que puedes jubilarte, pero no significa que por ello debas retirarte de una vida activa, llena de ocupaciones que colmen tus días de ilusión, sean las que sean. Jubilarse no es retirarse a vegetar y a esperar resignadamente a que llegue la muerte.

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Jubilarse, ¿obligación o decisión?

Más allá de lo que digan las leyes, lo más interesante es saber qué es lo que queremos nosotros y en qué queremos invertir nuestro tiempo.

Personalmente, cuando era niña relacionaba inevitablemente la jubilación con la vejez. Mi razonamiento era sencillo: si está jubilado, es viejo!

Sin embargo, ahora que han pasado los años me doy cuenta de que estaba completamente equivocada. Aún recuerdo el día en que se jubiló mi madre y no termino de sorprenderme al tomar consciencia de que se jubiló a los 55 años! Definitivamente, hoy que tengo casi la misma edad que ella tenía al jubilarse, me niego a aceptar que era una mujer vieja.

Además, me pregunto cómo fue posible que a esa edad, que hoy considero la plenitud de la edad adulta, ella dejara para siempre de trabajar y cambiara una vida activa y profesionalmente satisfactoria, por quedarse en casa? Estoy segura de que todavía hubiera podido aportar mucho a aquellos con los que trabajaba y hubiera tenido todavía mucho que ganar personalmente. En fin… los tiempos eran otros…

Pero hoy los tiempos han cambiado y no es raro ver a personas que con setenta u ochenta y tantos siguen desarrollando su trabajo con la misma ilusión que al principio. Escritores, músicos, actores, directores de cine, médicos, científicos, que seguramente nunca se jubilarán, sino que trabajarán hasta el final de sus días.

Como yo lo veo, eso significa que jubilarse no es una obligación, sino una decisión y que si haces lo que amas no te plantearás jubilarte (dejar de hacerlo) “mientras el cuerpo aguante” 😉

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Prepararse para afrontar la jubilación

Dicho todo lo anterior, la verdad es que la mayoría de nosotros no dejamos de soñar con que llegue ese momento. Pero aunque visto desde el deseo, creemos que será un momento perfecto, la verdad es que no todo es de color de rosa, por lo que es necesario prepararse para afrontar la jubilación de la mejor manera posible.

Igual que en su momento te pregunté ¿qué quieres ser cuando seas viej@?, ahora te pregunto si se has planteado ¿qué quieres hacer cuando te jubiles? Y no es una respuesta que debas buscar faltando un par de semanas para la llegada de la tan ansiada jubilación, ni tampoco sirven respuestas como: “irme de crucero”, “dormir hasta tarde” o “hacer todo lo que siempre quise”.

La palabra clave para afrontar la jubilación de una manera efectiva y positiva es la planificación. Pero no cualquier planificación sino una planificación anticipada y lo más detallada posible.

Planificación económica

Hasta hace unos años la tendencia era pensar que si habíamos trabajado lo suficiente, el Estado se encargaría de pagarnos una pensión que nos sirviera para vivir una vejez tranquila y sin privaciones.

Sin embargo, las cosas han cambiado y para la mayoría, la jubilación significa una importante disminución de sus ingresos. En muchos casos las pensiones del Estado no están garantizadas por el tiempo suficiente y el aumento de la esperanza de vida puede ocasionar que las pensiones se tengan que pagar por muchos años, algo para lo que los  Estados no están preparados.

Por eso, para tener unas buenas prestaciones en el futuro, lo mejor será comenzar a ahorrar cuanto antes. Por muy lejos que veas todavía tu fecha de jubilación o si la ves demasiado cerca como para que pienses que ya no te sirva de mucho, todo lo que puedas ahorrar será de gran ayuda en los años venideros.

Lo ideal es que no te conformes con una única forma de ahorro para la jubilación. Si te es posible, diversifica lo poco o mucho que puedas ahorrar cada mes. Además de los planes de pensiones privados, existen varios tipos de depósitos a plazo con intereses, inversiones en valores o en fondos, etc., que con el tiempo pueden convertirse en un complemento muy importante de tu pensión de jubilación.

Infórmate todo lo que puedas e intenta conocer las diferentes alternativas existentes para mejorar tus ingresos llegada la jubilación. Existen opciones poco conocidas como la hipoteca inversa o la venta con nuda propiedad, que pueden resultarte muy interesantes.

Planificación personal

El segundo aspecto de la planificación para la jubilación es el personal. ¿Qué quiero hacer con todo el tiempo libre que tendré una vez que deje de trabajar?

Ten presente que el quizá el 80% de tu tiempo despierto lo dedicas a trabajar y una vez que llegue el día de la tan ansiada jubilación, de pronto te verás con una cantidad de horas libres que deberás llenar de la mejor manera posible, si quieres conservar la salud y la alegría.

Está muy bien eso de “me jubilo y hago ese viaje que siempre quise hacer” pero, a menos que estés pensando en viajar de manera indefinida (y aun así) seguro que eso no será suficiente.

Los seres humanos necesitamos mantenernos ocupados y sentirnos útiles, de lo contrario es muy fácil caer en la tristeza, la depresión y el abandono. Por eso, planificar la forma cómo invertirás tu “nuevo” tiempo libre llegada la jubilación, es tan importante.

No importa lo que quieras hacer, lo importante es que aquello que elijas te guste, te motive, te ofrezca un por qué levantarte cada mañana. Y eso puede incluso ser realizar un trabajo (igual o distinto a aquel que terminas) remunerado o no.

Aunque creas que no hay prisa por saber qué harás con tu tiempo, la verdad es que si lo decides con antelación, podrás estar preparad@ cuando llegue el momento. Esa preparación puede incluir adquirir conocimientos específicos que necesitarás para empezar tu “nueva ocupación”, de ese modo estarás list@ para cuando llegue la jubilación.

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Fases tras el comienzo de la jubilación

Estamos condicionados psicológica y socialmente para trabajar y sentirnos útiles y productivos gracias al trabajo. Por eso mucha gente se niega a jubilarse o al hacerlo cae en estados de tristeza, abandono o depresión.

En muchos aspectos la jubilación es como el amor, o como el enamoramiento, que pasa por diferentes fases o etapas. Conocer cada una de ellas es importante porque te permitirá anticiparte a sus efectos y evitar todos los que sean negativos.

Fase previa a la jubilación o prejubilación

Es la etapa de la ensoñación. Somos felices porque por fin llegará ese momento que tanto estamos esperando. Por fin dejaremos de trabajar, se terminarán los problemas y las obligaciones. Se nos ocurren miles de ideas sobre actividades y eventos que celebrar. Todo parece positivo y contamos las horas para que por fin llegue el día de la jubilación.

Fase de luna de miel

Esta fase empieza el primer día en que estamos oficialmente jubilados y puede durar varias semanas. Durante esta etapa la energía es alta, tenemos ganas de hacer mil cosas y nos sentimos más como si estuviéramos de vacaciones.

Muchos planifican algún viaje para celebrar la “libertad” o de pronto descubren que hay muchas cosas que pueden hacer en su casa. Cambiar la organización de las cosas, poner orden, limpiar, probar a preparar platos exóticos y diferentes cada día, dedicarle tiempo por fin al jardín, etc.

Fase de decepción o desencanto

Pasada la excitación de las primeras semanas, comienza la fase de decepción, cuando el aburrimiento diario gana terreno al deseo de hacer cosas. De repente tener tanto tiempo libre no es tan emocionante como parecía y las horas empiezan a parecer eternas.

Este es el momento más complicado de superar. Es la fase en la que suele aparecer la depresión y el duelo por la jubilación. No se cumplen las expectativas que se crearon antes de la jubilación y no se encuentra motivación para lograrlas en el futuro.

Fase de reorientación y estabilización

Supone el cese del duelo, del peor momento tras la interrupción de la vida laboral. La rutina diaria se hace más llevadera y se percibe de una forma más favorable, lo que tiene como consecuencia una mejoría en el estado de ánimo. Sin embargo para que esta estabilización sea real y positiva necesitas encontrar algo que te motive y llene tus días, de lo contrario corres el riesgo de estancarte en la fase del desencanto.

Por ese motivo es tan importante la planificación, porque llegado el momento eso te permitirá saltar de la fase de luna de miel a la de reorientación y estabilización, sin pasar por el desencanto. Disfrutar de la euforia de los primeros días es bueno, pero una vez pasada esa etapa, si tienes un plan y lo pones en marcha, no correrás el riesgo de caer en la depresión o el abandono.

Efectos de la jubilación

La pérdida de la vinculación con la actividad laboral conlleva una serie de consecuencias, especialmente psicológicas:

– En primer lugar está el impacto emocional de la jubilación. Si no te planificas y no te adaptas adecuadamente a la finalización de tu etapa laboral, eso puede generarte una importante bajada de autoestima, ya que corres el riesgo de sentir que ya no eres ni útil ni productivo. Esto puede provocar depresión y crisis de ansiedad, al no adaptarte de forma adecuada tu nueva situación.

– Aumentan en gran medida las horas libres diarias. Esto, que por una parte puede ser un beneficio, si no se afronta bien, puede volverse en tu contra. La mejor manera de que sea una ventaja es que esas horas libres se vuelvan “horas ocupadas” en cosas que te gusten, que te motiven y de las que disfrutes.

– La salida del mercado laboral genera el denominado Síndrome del Jubilado. Al igual que existen otros que afectan al bienestar como, por ejemplo, el Síndrome Postvacacional, la jubilación no planificada puede ocasionar una serie de síntomas similares a los de una depresión o una apatía generalizada.

– En muchos casos confundimos jubilación con vejez en su concepto más negativo. Como ya en confesado antes, yo también pensaba que un jubilado era un viejo pero afortunadamente ya tengo claro que eso no es así. Mezclar estos dos conceptos sería un error. La jubilación se produce en torno a los 60 o 65 años normalmente, por lo que al “jubilado” todavía le quedan muchos años de vida por delante, años que puede disfrutar en un muy buen estado de salud. Más aún gracias a los adelantos médicos y a la tendencia al aumento de la esperanza de vida.

– La jubilación puede suponer una importante disminución de los ingresos económicos. De ahí la importancia de planificar este aspecto de la vida. Un ahorro anticipado y una planificación de ingresos y gastos durante la jubilación puede ser la diferencia entre vivir bien, sano, feliz y tranquilo las últimas décadas de tu vida, o no.

Consejos para afrontar la jubilación

Muchas personas hacen de su trabajo el eje central de sus vidas, descuidando otras facetas personales. Si eres de esos que tienen obsesión por el trabajo, te recomiendo que empieces a plantearte las cosas de otra manera, de lo contrario te será muy difícil afrontar la jubilación.

Aquí tienes algunas ideas para que llegado el momento, esta nueva etapa de tu vida sea un momento dulce y no afecte gravemente tu bienestar psicológico ni físico:

– Busca siempre actividades en las que ocupar tu nuevo tiempo libre. Seguro que podrás hacer una lista de todo aquello que has ido postergando a causa del trabajo, desde viajes, hasta aprender cosas diferentes por el sólo placer de saberlas. Haz la lista y ponte manos a la obra.

– Uno de los principales sentimientos negativos que produce la jubilación es el de inutilidad. Si ya no trabajo ya no sirvo para nada. Hay mucho que puedes hacer por los demás cuando te jubilas, mucho que enseñar y mucha experiencia que aportar. Puedes apoyar en el desarrollo de tu familia, hijos o nietos, pero también puedes hacer mucho por gente necesitada. El trabajo voluntario puede ser una de las mejores formas de volver a sentirte útil.

– Apóyate en otras personas que estén viviendo lo mismo que tú. Seguramente en tu grupo de amigos habrá varios que estarán adaptándose también a su nueva situación de jubilados. Nadie mejor para apoyarte que alguien que esté pasando por lo mismo, con quien puedas compartir tus sentimientos y temores con total sinceridad.

– Encuentra actividades, cursos, grupos de viaje, etc., especialmente pensados para personas de tu edad, jubilados como tú con los que puedes compartir gustos y aficiones. Estos entornos son ideales para conocer gente con intereses similares y hacer nuevos amigos.

– Organiza tus días, intenta mantener una rutina sana y mantén horarios saludables de sueño y comidas. Uno de los mayores errores de las personas que dejan de trabajar es que consideran que si ya no tienen obligaciones, no tienen por qué mantener un ritmo de vida organizado. Sin embargo, acostarse a altas horas de la noche, despertar muy tarde y comer a deshoras afecta seriamente la salud y disminuye la calidad de vida.

– Y por último, y quizá lo más importante, mantén siempre la ilusión. Intenta encontrar cosas que te entusiasmen y que te motiven a levantarte cada mañana. Y si no lo consigues y la depresión post-jubilación se convierte en un obstáculo para ti, entonces pide ayuda profesional. Un psicólogo te puede ayudar a superar el duro proceso de adaptación que puede suponer la interrupción del trabajo y darte las claves para afrontar la jubilación adecuadamente.

Recuerda…

La raíz de la palabra jubilación es júbilo, sinónimo de alegría y festejo. Así que esta debería ser una etapa dulce de tu vida, en la que puedas disfrutar plenamente de todo aquello que te has ganado durante largos años de trabajo y sacrificio.

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