Quién no cede alguna vez (o muchas) a la tentación de llevarse algo dulce a la boca: un chocolate, un pastel, una bebida azucarada… las opciones son muchas y están siempre a nuestro alcance. Sin embargo no todo es “dulzura” cuando se trata del azúcar, el azúcar añadido tiene un lado amargo que puede ser más peligroso de lo que imaginas.
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Algo más que dulce
Puede que estés cansad@ de escuchar que el azúcar añadido o el azúcar refinado/blanco son perjudiciales para la salud. Incluso es posible que en tu dieta actual incluyas azúcar moreno, edulcorantes o endulzantes naturales para cafés, tés o algunas otras preparaciones, con la idea de cuidarte. Pero, ¿crees que eso es suficiente?
En la mayoría de los casos nos limitamos a pensar que el único efecto del azúcar sobre nuestro cuerpo es que nos engorda, así que si no queremos engordar nos planteamos reducir el azúcar o sustituirla por algún endulzante. Pero si eres de las personas que no suben de peso con facilidad o si eso no te importa demasiado, entonces no tienes aparentemente una buena razón para controlar tu consumo de azúcar.
Lo malo de esa idea es que no es del todo exacta. Aunque el azúcar añadido contribuye al aumento de peso, no es el único efecto que tiene sobre la salud. Existen otros, mucho más importantes que debes tener en cuenta a la hora de decidir cuántos dulces estás dispuest@ a llevarte a la boca.
Entonces, ¿Cuánto azúcar se puede consumir sin riesgo? ¿Es malo consumir cualquier tipo de azúcar? ¿Existe un tipo de azúcar bueno y un tipo de azúcar malo? Empecemos por el principio.
Tipos de azúcar. Diferencia entre azúcar natural y azúcar añadido
Para entenderlo de una forma sencilla, en nuestra dieta solemos incluir dos tipos de azúcar, el azúcar natural y el azúcar añadido, así que lo primero es entender cuál es la diferencia entre ambos tipos.
El azúcar natural es la que está de manera “natural” (como su nombre lo indica) en todos los alimentos que contienen carbohidratos como frutas, verduras, granos y productos lácteos. La cantidad de azúcar de estos alimentos es buena para la salud y nos ayuda a mantener niveles óptimos de energía de manera constante a lo largo del día, ya que son de digestión lenta.
Por supuesto, este tipo de alimentos nos aportan además otros nutrientes y vitaminas, fibras, minerales, calcio, antioxidantes, etc., que necesitamos para vivir y conservar la salud.
El problema surge cuando hablamos de azúcar añadido, que es el azúcar que se agrega a los alimentos durante su proceso de elaboración o fabricación. Lamentablemente, con el pretexto de “mejorar el sabor” o alargar su vida útil, actualmente la industria alimenticia agrega azúcar a infinidad de alimentos. Más de los que piensas.
Si miras con atención las etiquetas te darás cuenta que alimentos como embutidos, sopas de sobre, salsas, pizzas congeladas, patatas fritas de bolsa y casi todos los alimentos procesados, aunque sean “salados”, llevan importantes cantidades de azúcar añadido. ¿Quién lo hubiera imaginado, verdad?
Los alimentos procesados, además de contener altos niveles de azúcar añadido, aportan escasos nutrientes y son de digestión rápida lo que significa que aportan también rápidamente altos niveles de glucosa a la sangre elevando los riesgos para la salud.
Por supuesto no sólo la industria añade azúcar a los alimentos durante el proceso de fabricación. Nosotros también lo hacemos a diario, cuando agregamos azúcar a una preparación o cuando simplemente endulzamos nuestro té o café. En estos casos también estamos hablando de azúcar añadido. No lo olvides.
Así afecta tu salud el azúcar añadido
Una vez que ya tienes clara la diferencia entre el azúcar natural y el azúcar añadido, entonces el siguiente paso es entender, sin lugar a dudas, que mientras el azúcar natural es buena para tu cuerpo, el azúcar añadido no sólo no es necesario para su funcionamiento sino que puede afectar a tu salud de manera significativa.
Ya no se trata de engordar o no, viéndolo únicamente desde una perspectiva estética, se trata de cuidar el corazón, el hígado, los riñones y en general todo tu cuerpo.
A día de hoy, múltiples estudios científicos han comprobado que el consumo de azúcar añadido es la causa del síndrome metabólico que genera obesidad y a la vez muchas enfermedades derivadas como diabetes, hipertensión, problemas cardiovasculares, aumento de grasa en sangre, inflamación crónica y algunos tipos de cáncer.
Cuando consumimos demasiada azúcar obligamos a nuestro organismo a producir insulina en dosis demasiado altas. El problema es que la insulina no sólo es la responsable de que las células reciban glucosa, sino que además convierte el azúcar sobrante en grasa. Por tanto, a más azúcar más insulina y a más insulina más grasa. Y seguro que sabes todo lo dañina que puede ser la grasa para ti.
El corazón es uno de los órganos más perjudicados por el consumo excesivo de azúcar y es algo que no deberías tomarte a la ligera, ya que cada vez se relacionan más las enfermedades cardiovasculares y los problemas de tensión alta, con el consumo de azúcar añadido.
Incluso puede ser la causa de problemas de hígado como el hígado graso, que no sólo se produce por efectos del alcohol. Si el azúcar consumido en exceso se convierte en grasa, entonces no es de extrañar que pueda causar también problemas en el hígado.
Eso sin olvidar que muchas enfermedades forman un círculo vicioso, es decir que la aparición de una de ellas suele causar la aparición de otra y así sucesivamente. ¿Verdad que ahora el azúcar ya no parece tan “dulce”?
¿Cuánta azúcar podemos consumir sin problemas?
Es posible que ahora estés pensando que es imposible vivir sin consumir azúcar (azúcar añadido, claro, porque la natural no tiene restricciones) y la verdad es que en el mundo en el que vivimos quizá no sea imposible pero sí bastante difícil.
Como ya hemos visto, casi todos los productos que encontramos en los supermercados, hasta los menos pensados, tienen azúcar añadido. Sin embargo, con todo y eso es importante que pongas atención para intentar reducir lo más posible el consumo de este “dulce veneno”.
Según todos los organismos internacionales especializados, empezando por la Organización Mundial de la Salud y pasando por institutos médicos y de investigación alrededor del mundo, una persona adulta no debería consumir más del equivalente a 3 cucharaditas de azúcar añadido al día. Esto significa que el azúcar añadido no debería superar el 5% del total de las calorías que consumes diariamente.
Como ves, alcanzar ese nivel máximo saludable es muy fácil. Quizá sólo con el desayuno estés al borde del límite, especialmente si además de agregar azúcar a tu café matutino, incluyes una o dos rebanadas de pan blanco (que también lleva azúcar), mermelada o incluso un par de lonchas del “aparentemente inocente” embutido de pollo o pavo bajo en grasa, que… has adivinado… también llevan azúcar.
Una lata de refresco azucarado contiene –ella solita- el triple del azúcar añadido máximo recomendado al día! Aunque seguro que eso ya lo imaginabas. El problema radica en muchos otros alimentos, en los cuales es muy difícil saber cuánto azúcar añadido contienen, entre otras cosas porque no siempre se llama azúcar.
¿Cómo identificar el azúcar añadido de los alimentos?
Aunque la idea no es que te vuelvas una persona obsesiva con el tema, sí que es importante que sepas lo que comes y que puedas tener herramientas para evitar el consumo excesivo de azúcar añadido.
Recuerda que aunque es malo a cualquier edad, según vamos cumpliendo más años sus efectos perjudiciales para la salud se incrementan. La edad es un factor de riesgo cuando se trata de diabetes, problemas del corazón, tensión alta, colesterol, etc., y el consumo excesivo de azúcar puede ser un desencadenante de alguna o varias de esas enfermedades.
A partir de los 50 años debemos ser mucho más cuidadosos no sólo con lo que comemos, sino también con las cantidades de comida diaria que ingerimos. Comer poco y comer lo más sano y natural posible, es la mejor estrategia para conservar la salud y retrasar el envejecimiento.
Por ese motivo, cuando compres alimentos no naturales al 100%, revisa sus ingredientes. Si el azúcar está entre los 3 primeros o si el alimento tiene una larga lista de ingredientes, entonces es seguro que lleva demasiado azúcar añadido.
Pero ten cuidado, porque no siempre los fabricantes escriben la palabra azúcar en la lista de ingredientes. Existen muchos términos para describirla, por ejemplo: azúcar morena, azúcar invertido, edulcorante de maíz, sirope vegetal, jarabe de maíz, dextrosa, fructuosa, zumos de frutas concentrados, glucosa, miel, maltosa, sacarosa, panela, azúcar de malta, melaza, etc.
Consejos para disminuir el azúcar añadido de tu dieta
La primera recomendación es que des preferencia a los alimentos frente a los productos. Es decir, que siempre que puedas elijas basar tu alimentación en frutas, verduras, pescados y carnes frescos, en otras palabras, en alimentos naturales. Evita en lo posible los “productos”, es decir, todo aquello que ha pasado por un proceso de elaboración y/o fabricación, ya que es durante ese proceso que se le habrá agregado azúcar, casi con total seguridad.
Antes de elegir qué productos preparados comprar, asegúrate de leer las etiquetas y elige aquellos con un menor contenido de azúcar añadido por porción.
Ten cuidado con los productos con sabores a fruta o bajos en grasa. Productos como los yogures desnatados llevan un alto contenido en azúcar con el objetivo de hacerlos agradables al paladar así que aunque parezca que estás cuidándote al consumirlos, puede que no sea del todo cierto.
Evita todo lo posible las bebidas azucaradas. Puede que te parezcan ricas y refrescantes pero su contenido de azúcar es realmente exagerado.
Y por supuesto, ten en cuenta que no se trata de dejar de darte un dulce gusto de vez en cuando. Lo importante es que seas consciente de lo que comes y que reduzcas el consumo de azúcar añadido lo más posible, para evitar sus efectos perjudiciales.
Recuerda:
Tu organismo no necesita azúcar añadido para vivir, le basta y le sobra con el azúcar que obtiene de forma natural de los alimentos. El gusto por el dulce es adquirido y, de la misma manera como puedes desarrollarlo, también puedes reducirlo.
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