Definitivamente algunos países del norte de Europa están por delante cuando se trata de integración y consciencia social. En una pequeña ciudad de Holanda, de aproximadamente 100.000 habitantes, llamada Deventer ha nacido un hermoso proyecto de convivencia intergeneracional que busca que jóvenes y ancianos sean capaces de aprovechar lo mejor que cada quien tiene para ofrecer.
En la actualidad la vida parece pasar muy de prisa, los avances tecnológicos cambian completamente el mundo que conocemos en pocos años y parece como si fuera imposible seguirles el paso. Esta carrera por la modernidad y el adelanto, muchas veces hace que perdamos de vista la importancia de conocer el pasado y nos olvidamos que la experiencia de quienes vivieron antes es tan importante como el mantenernos actualizados.
Hasta hace no mucho, los ancianos de las comunidades eran considerados los sabios y ninguna decisión importante se tomaba sin consultarlos. Pero la vejez y su sabiduría pasó de moda. Afortunadamente, ahora nos estamos dando cuenta que los mayores tienen mucho que enseñar y ahí está el valor del centro Humanitas de Deventer.
La idea nació quizá con un sentido más práctico que filosófico. Humanitas es una residencia de ancianos donde pensaron que la sangre joven podría ayudar a los mayores que allí vivían. El centro tuvo la iniciativa de ofrecer alojamiento gratuito a jóvenes estudiantes a cambio que dediquen parte de su tiempo a atender y acompañar a sus nuevos “compañeros de vivienda”, es decir a los ancianos residentes.
Los jóvenes aportan alegría, respeto y colaboración, mejorando la calidad de vida de las personas mayores, quienes se sienten atendidas, acompañadas y valoradas. Por su parte, los ancianos al tener la posibilidad de compartir su tiempo con los jóvenes, les dan importantes lecciones de vida (incluso sin proponérselo).
Cada vez los jóvenes tienen menos oportunidades de convivir de manera tan cercana con los ancianos, menos de vivir entre un importante grupo de ellos. La experiencia de Humanitas ha cambiado su manera de ver la vida, según ellos mismos cuentan. Y por supuesto también ellos han influenciado positivamente la vida de los mayores.
En la residencia Humanitas de Denver, están al día con las nuevas tecnologías e incluso han creado su propio canal de YouTube para mostrar cómo vive y se relaciona esta peculiar comunidad de vecinos. Las experiencias son sorprendentes, por ejemplo entre las actividades cotidianas puede verse a un joven salir de paseo en una especie de bicicleta doble llevando a una anciana con él y se los ve de lo más divertidos. Los mayores también pasan su tiempo aprendiendo de los más jóvenes a manejar las nuevas tecnologías, a recibir y responder correos electrónicos e incluso a tener su propia página de Facebook.
Los estudiantes que viven en Humanitas tienen sus propios mini-apartamentos, donde pueden estudiar y hacer una vida normal, siempre que cumplan sus obligaciones. Esto es, no ser vecinos molestos y ayudar en labores cotidianas como hacer compras, preparar meriendas o compartir tiempo de calidad con los mayores. Una de las principales ventajas de esta convivencia intergeneracional es que se desarrollan vínculos especiales de afecto entre todos y aprenden a compartir sus sentimientos sin ningún prejuicio.
Los chicos dicen que es como vivir con decenas de abuelos. Las conversaciones cotidianas van desde relaciones amorosas, hasta fútbol o estudios, porque a pesar de las varias décadas de diferencia, jóvenes y ancianos encuentran mucho en común que compartir.
Varias televisiones europeas como la inglesa BBC o la australiana SBS se han hecho eco de esta novedosa experiencia y han emitido interesantes documentales.
Definitivamente se trata de una experiencia que valdría la pena imitar, más si tomamos en cuenta que para el 2050, el porcentaje de mayores de 60 años que habitaremos este alocado mundo será mayor al número de jóvenes. Quizá sea momento de ir tomando en cuenta lo mucho que unos y otros pueden enseñarse.
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