Patas de Gallo nació con la idea de que todos juntos, quienes escribimos y quienes nos lean, aprendamos a cumplir años, pero que aprendamos a cumplirlos de forma positiva, desarrollando al máximo todo nuestro potencial.
Porque mucho se habla de los cambios que sufrimos en la adolescencia, o de los cambios que representan el matrimonio o la paternidad. Sin embargo nadie nos prepara para la vida que llegará después, como si la segunda parte de nuestra vida no estuviera también llena de retos y transformaciones.
INDICE
Hora de pensar en la segunda mitad de tu vida
¿Te has preguntado alguna vez (pero seriamente) que harás durante esos años que forman la segunda mitad de tu vida? Años durante los que todavía estás fuerte, sano y vital. ¿El siguiente paso es convertirte en viejo, sin más? Porque, ¿acaso sabemos con seguridad cuándo nos convertimos en viejos de verdad? Y lo más importante ¿Qué significa ser viejos?
El caso es que llegada a la década de los 40 o 50, la mayoría ya hemos criado a nuestros hijos (puede que todavía no hayan volado pero ya no nos necesitan como cuando eran pequeños), muchos ya no tenemos padres o estamos pasando por el duro trance de despedirnos de ellos, llevamos un largo camino construyendo una trayectoria profesional y en fin, tenemos una foto bastante clara de nuestra vida. O eso creíamos…
Preguntas que marcarán la diferencia
Si los científicos tienen razón, puede que todavía nos queden otros 50 años por delante o incluso más y llega el momento de hacernos algunas preguntas que pueden marcar la diferencia sobre cómo vivir esa segunda parte de la vida.
¿Estoy viviendo la vida que quiero vivir? ¿Me emociona la idea de seguir en el mismo sitio, haciendo lo mismo que hasta ahora, las próximas décadas? ¿Estoy realmente viviendo mi propia vida o llevo décadas viviendo la vida que alguien más diseñó para mí?
Hacernos estas preguntas no es fácil. La mayoría de las veces no sabemos las respuestas y lo peor es que no nos atrevemos a buscarlas, porque encontrarlas nos da miedo. Puede que descubramos que los zapatos que llevamos puestos no son nuestros y que no estamos donde de verdad quisiéramos estar. ¿Qué pasa entonces, con esa otra media vida que todavía nos queda?
Media vida por delante
Es una pena que nos hayan “vendido” la idea de que nuestros objetivos vitales se terminan cuando llegamos a la madurez. Escogemos una profesión, encontramos una pareja, tenemos hijos, conseguimos un trabajo estable y el resto de nuestra vida está solucionada para siempre.
Pero esa es la gran mentira. Empezamos a recorrer ese camino y nos damos cuenta que quizá escogimos la profesión que otros escogieron para nosotros, que la pareja con la que viviríamos felices eternamente ya no está, que nuestros hijos necesitan abandonar el nido o que odiamos el trabajo en el que estamos. O incluso aunque todo haya ido bien, según lo planeamos, nos encontramos con otra media vida por delante para la que no estábamos preparados.
¿Llegado a este punto, sabes hacia dónde caminas? ¿Cuál es tu próximo paso? ¿Cuál es la siguiente meta que quieres alcanzar? O sencillamente te estás dejando arrastrar por la corriente y seguirás así el resto de tu vida, sin un rumbo fijo.
¿Crees que vivir para trabajar y pagar las cuentas, es suficiente? Piensas que si llevas una vida de renuncia pensando en los demás (hijos, padres, pareja), entonces eres una buena persona y con eso basta? ¿Estás desarrollando todo tu potencial o te has convencido de que ya es demasiado tarde?
No te engañes, los sueños propios no se terminan porque te hayas convertido en un adulto respetable con trabajo reconocido y una “familia perfecta”. Es precisamente cuando nos olvidamos de soñar y de fijamos objetivos cuando empezamos a caer por un abismo sin casi darnos cuenta. En ese momento es cuando empezamos a envejecer… y a morir.
La segunda mitad de tu vida puede ser una aventura
Si no tienes un objetivo, realmente algo que quieras alcanzar, entonces para qué te levantas por la mañana? ¿La segunda parte de la vida no podría convertirse en una aventura tan o más emocionante que la primera?
No necesitas plantearte grandes objetivos, no tienes que encontrar la cura al cáncer (o sí si es lo que quieres, sería fantástico), ni descubrir si hay vida en otros planetas. Tus objetivos pueden ser sencillos y cotidianos como aprender un idioma, conocer un lugar que siempre soñaste, aprender a montar a caballo o terminar de arreglar el baño de tu casa.
Lo importante es que tengas una motivación que te mantenga atento, entusiasmado, vital. Y más importante aún es que cuando alcances tu objetivo, encuentres otro más y te lances a alcanzarlo. No vale el “me gustaría…” o “sería lindo si pudiera…” Hazlo! O por lo menos inténtalo.
La vida no sólo es la meta, la vida es sobre todo el camino. Pero ninguno tiene sentido sin el otro. Si caminas sin saber a dónde vas nunca llegarás a ninguna parte y si sólo te fijas en la meta, te perderás las maravillas y los retos del camino.
Y no es verdad que cruzada la frontera de la segunda mitad de tu vida, sea demasiado tarde para cambiar. Nunca es demasiado tarde para cambiar, para reinventarte, para probar cosas nuevas, para atreverte a ser quién sueñas ser.
Posiblemente hayan decisiones difíciles que debas tomar algunas veces, quizá tengas que nadar a contra corriente, pero eso que importa si sigues la dirección que marca tu corazón. Mira a tu alrededor, lee los periódicos, busca en internet.
Afortunadamente hay miles de ejemplos de gente que pasados los 50, los 60 y hasta los 80 decide dar un giro a su vida y reinventarse. Usalos de ejemplo, que te sirvan de inspiración. Al final de cuentas ellos descubrieron el secreto para tener una vida plena!
Cuando tenemos sueños, cuando nos ponemos metas, cuando sabemos de verdad cuál es el siguiente paso que queremos dar, estamos entusiasmados, expectantes, incluso nerviosos pero felices, en definitiva estamos vivos. Y para estar vivos cualquier edad es buena.
Los años que aún te quedan, los que forman parte de esa maravillosa segunda mitad de tu vida, son una oportunidad única e increíble de vivir mejor, más libre, con la sabiduría que da la experiencia pero sin privarte del espíritu de aventura y descubrimiento.
Hace poco encontré una tarjeta que decía: “Sigue tus sueños, ellos se saben el camino”. La he puesto en un lugar visible, para asegurarme de leerla todos los días, muchas veces. Porque cuando estamos en el camino de nuestros sueños, el corazón lo sabe, se acelera, se emociona, salta de felicidad. No hay mejor prueba.
Así que no importa la edad que tengas, la vida que lleves, las supuestas obligaciones que te impiden moverte. Muévete! Busca en tu interior, encuentra tus sueños, uno enorme, varios pequeñitos, no importa, no hay reglas, sencillamente TUS sueños y luego sigue el camino.
Porque, respondiendo a la pregunta del principio, sólo nos convertimos en viejos cuando dejamos de soñar, cuando perdemos la ilusión. Porque no es viejo quien vive su vida persiguiendo sus sueños, aunque tenga 100 años. Viejo es quien se queda sin sueños, sin importar la edad que tenga.
Y no olvides que el tiempo que pasa no regresa, que más vale hacer que no haber hecho y que la vida es un regalo que no podemos desperdiciar. NUNCA es demasiado tarde! Sólo tú eliges el camino que vas a seguir a partir de ahora!
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