Ser optimista, tener la capacidad de “ver el vaso medio lleno en lugar de medio vacío”, en cualquier circunstancia, por difícil que parezca, es una cualidad de la que no mucha gente puede vanagloriarse.
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Ser optimista o ser pesimista: una elección personal
Por cada uno que ve el donut, siempre hay dos que sólo ven el agujero.
Y es que la vida es así, las cosas no siempre son buenas o malas en sí mismas, lo que realmente hace la diferencia es la lente con que se miren. Una misma historia siempre tiene varias versiones y dependen en gran medida de las apreciaciones subjetivas del observador.
Mientras que los optimistas son capaces de encontrar el lado positivo a casi cualquier cosa, los pesimistas siempre “confían” que “algo puede salir mal” por buena que parezca la situación.
Y aunque a priori ser optimista o pesimista no parece ser nada más que un rasgo de nuestra personalidad de lo más inofensivo, resulta que esa actitud ante la vida puede influir más de lo que pensamos en nuestra salud y nuestra esperanza de vivir más. Por lo menos eso es lo que han concluido algunos investigadores.
Aunque estés pensando «es fácil decirlo», ver la vida de una forma positiva o negativa, es una elección personal y es posible trabajar para conseguirlo.
Soy una firme convencida de que el optimismo siempre es la mejor opción. Puede que no arregle el mundo pero si somos capaces de ver el lado bueno de las cosas seguramente llevaremos mejor los malos momentos. En cualquier caso, más allá de lo que yo opine, al parecer cada día más estudios científicos están demostrando que el optimismo influye positivamente sobre la salud.
¿Por qué deberíamos ser optimistas según la ciencia?
La Universidad de Harvard (EEUU) ha publicado varios artículos resumiendo las conclusiones de diversos estudios sobre el optimismo y el poder del pensamiento positivo sobre la salud de las personas. Para todas las investigaciones se tuvo en cuenta la percepción de la vida que tenían los participantes así como sus expectativas de futuro (es decir su visión optimista o pesimista), además de su estado físico.
Y aunque muchos (pesimistas, por supuesto) no se cansan de repetir que asegurar que el pensamiento positivo influye sobre el cuerpo, es demasiado arriesgado, intentaremos “ver el vaso medio lleno” y darle al optimismo un voto de confianza. Después de todo, ver la vida por el lado más amable no puede hacer daño a nadie. 😉
El poder del pensamiento positivo
Estas son las principales conclusiones a las que ha llegado la Universidad de Harvard:
1. Pensar en positivo baja la presión arterial
En Finlandia, un grupo de científicos evaluó a 616 hombres de mediana edad que tenían una presión arterial normal cuando comenzó el estudio y recopiló sus perspectivas mentales sobre la vida y sus expectativas para el futuro. Después de un seguimiento de 4 años, comprobaron que los hombres altamente pesimistas tenían tres veces más probabilidades de desarrollar hipertensión que quienes veían el lado brillante de la vida, incluso a pesar de tener otros factores de riesgo.
Un estudio similar hecho en Estados Unidos sobre 2.564 personas (hombres y mujeres), concluyó que quienes eran más optimistas y mostraban una visión más positiva de la vida tenían la presión arterial más baja de manera general.
2. Ser optimista disminuye las posibilidades de sufrir enfermedades cardiacas
Un estudio que duró 10 años y se basó en 1.603 hombres con una edad media de 61 años concluyó que, a pesar de existir algunos factores de riesgo como presión arterial o colesterol elevados, obesidad, tabaquismo, consumo de alcohol o antecedentes familiares, los hombres pesimistas tenían un 50% más de posibilidades que los hombres optimistas de sufrir enfermedades cardiovasculares.
Según los investigadores, el pensamiento positivo puede ser beneficioso no sólo para prevenir enfermedades del corazón, sino para acelerar la recuperación después de cirugías cardiacas. Los investigadores rastrearon a 309 pacientes durante los seis meses posteriores a una cirugía y encontraron que los optimistas necesitaron ser hospitalizados nuevamente en un 50% menos de los casos. En un estudio similar con 298 pacientes con angioplastia, se demostró que los pesimistas eran tres veces más propensos que los optimistas a sufrir ataques cardíacos o a requerir nuevas intervenciones quirúrgicas.
Finalmente, teniendo en cuenta que el optimismo es un factor que influye positivamente sobre la presión arterial, al contribuir a que ésta sea más baja, entonces aleja una de las principales causas de las enfermedades cardiovasculares.
3. Los optimistas tienes mejor calidad de vida y mejor salud en general
Además de los beneficios del pensamiento positivo para el corazón y la circulación, varios estudios sostienen que ser optimista mejora la salud en general.
Un seguimiento realizado sobre 2.300 adultos mayores durante dos años, evaluó el vínculo entre el optimismo y la salud en general, y concluyó que quienes tenían una perspectiva más positiva de la vida eran más propensos a mantenerse sanos e independientes a pesar del proceso natural de evejecimiento.
Más sorprendente es el resultado de una investigación mucho más larga, que duró 3 décadas durante las que se siguió a 447 pacientes. Además de su estado de salud se evaluó su inclinación a tener una mentalidad positiva y alegre. Las conclusiones finales fueron que los optimistas tenían mucho mejor salud física y mental a pesar de la edad, que los pesimistas.
4. Ser optimista alarga la vida
Con todos esos resultados, parece lógico creer que si las personas optimistas se mantienen más sanas, entonces viven más. Pero científicos norteamericanos y de los Países Bajos, quisieron no sólo concluirlo sino demostrarlo. Los resultados son esperanzadores… para los optimistas, claro 😉
El primer estudio, realizado sobre 839 personas se basó en una evaluación médica completa y una prueba psicológica para medir su nivel de optimismo-pesimismo. Cuando la gente fue revisada 30 años más tarde, la conclusión fue que el optimismo estaba vinculado a una mayor longevidad. Por cada 10 puntos de aumento en el nivel de pesimismo, según la prueba psicológica, la tasa de mortalidad aumentó un 19%.
Otro estudio sobre 6.959 estudiantes universitarios, que evaluó su personalidad y expectativas ante la vida, concluyó que 40 años después, los pesimistas tuvieron una tasa de mortalidad 42% mayor que los optimistas. Durante ese tiempo murieron 476 de los participantes, siendo el cáncer la razón más común. Interesante…
Los estudios europeos, arrojaron resultados similares y concluyeron que las personas con una mentalidad positiva tenían a la larga, entre un 45 y un 55% menos posibilidades de morir a causa de enfermedades del corazón o cáncer.
Es hora de ser más optimistas
Si quieres beneficiarte de todo lo bueno que parece dar a la salud el pensar en positivo, pero te cuesta un poco, no te preocupes: A ser optimista se aprende.
En realidad todo es cosa de estar atento a tus pensamientos y tratar de cambiarlos cuando son negativos. Puede que al principio no sea fácil pero si de verdad lo intentas, siempre podrás cambiar la perspectiva desde la que ves las cosas y encontrar algo bueno, por pequeño que te parezca.
La diferencia entre ser optimista o pesimista radica sólo en la capacidad de encontrar el lado bueno de las cosas y pensar en positivo. Un buen ejercicio en los momentos malos es identificar todo aquello por lo estás agradecido. Al hacerlo te darás cuenta de que son muchas las cosas buenas que hay en tu vida y lograrás que tu atención se centre más en ellas, abandonando los pensamientos sombríos.
Después de todo, si la ciencia tiene razón (y esperemos que la tenga), ser optimista puede mantenerte sano, ayudarte a recuperar la salud o hacer que vivas más tiempo. Y en todo caso, ver el lado más amable de la vida siempre te hará ser más feliz y eso, en sí mismo, ya es ganancia.
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